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martes, 20 de abril de 2010

El personal entero del  Providence Health & Services de Oregon para aumentar la prevención del cáncer de mama. Si consiguen 1.000.000 de "click" en el enlace de youtube, recibirán una gran donación para el tratamiento del cáncer de mama de la compañía que fabrica los guantes rosas.

Es un ejemplo de cómo la danza puede ayudar a cambiar el mundo. ¡No os perdáis el vídeo!

lunes, 19 de abril de 2010

Este fin de semana he estado en Castilla-La Mancha para reencontrarme con la familia de mi abuela después de casi 20 años. Aparte de la emoción de encontrarme con tíos, primos y amigos de mis abuelos que nunca había conocido, me ha sorprendido ver cómo vive la gente en los pueblos rurales de esta comunidad. En el pueblo de mi madre he visto gente que te saluda por la calle aunque no sepa quién eres. He visto a filas de vecinos, de todas las edades, subiendo la cuesta que lleva a la iglesia cuando sonaban las campanas que anunciaban la misa del domingo. He visto a mis tías cantando los mayos, de memoria. Mis primos me han contado cómo tocan en la banda municipal, en las procesiones, y cómo, si un día te emborrachas, al día siguiente todo el pueblo te está gastando bromas. He visto a mujeres lavando la ropa a mano, "porque no me acostumbro a la lavadora". Pero lo que más me ha llamado la atención es lo mucho que se quejan todos de que el pueblo ya no tiene vida.

"El pueblo ya no es lo que era", es un lamento que todos repiten, junto al recuerdo de viejas aventuras vividas en las calles de Santa Cruz de la Zarza. Y es que el pueblo ha debido de cambiar mucho. Todos recuerdan que, donde ahora sólo hay casas, antes había tiendas: una herrería, una carnicería, una tienda de dulces, una pequeña fábrica de vinagres... Ya no queda nada de todo eso. Tampoco quedan casi niños jugando en las calles, ni gente que participe en las fiestas, como los Mayos o la Romería de la Virgen de la Paz.

Las cifras lo constatan: desde 1950, época en que Santa Cruz llegó a tener más de 6200 habitantes, la población no ha parado de descender. Ahora quedan 4800 habitantes, aunque muchos de los vecinos sólo pasan aquí los fines de semana o las vacaciones.

La situación económica del pueblo tampoco es buena. "Antes había dos fábricas a las afueras, pero las dos están a punto de cerrar por la crisis", nos contó una vecina. "Los jóvenes no tienen a qué dedicarse y tienen que irse, aquí sólo hay trabajo en el campo", nos explicó otra. Y el campo que rodea el pueblo, sembrado de olivos, girasoles, legumbres y uva, "no da para vivir". "Nosotros tenemos que cultivar dependiendo de las subvenciones", me explicó un agricultor de la zona. "Y la política agrícola, o está hecha desde los despachos por gente que no tiene ni idea de agricultura o está programada para los grandes terratenientes, porque para nosotros no tiene ni pies ni cabeza", prosigue. Este hombre, que lleva toda su vida viviendo del campo, conrrea lo que le mande la concejalía, aunque el cultivo después no se comercialice: "este año, por ejemplo, vamos a sembrar legumbres, porque nos dan la subvención, pero nosotros que llevamos toda la vida en estas tierras sabemos perfectamente que las legumbres aquí no germinan. Sabemos que trabajaremos para nada y la cosecha se acabará tirando, pero tenemos que hacerlo por la subvención, porque sino no comemos", me explica. Y así cada año: o pagan por cultivar productos que después no se consumen, o por limpiar las tierras y no producir más excedente, porque, dicen, no hay suficiente demanda. ¡Es absurdo!

Todo ello me ha dejado perpleja y me lleva a preguntarme cómo será el pueblo de aquí a otros 20 años, ¿Habrá desaparecido? ¿Se quedará como segunda residencia de gente que viva en Toledo o en Madrid? ¿O albergará fábricas, oficinas y bloques de pisos? ¿Será un refugio de turistas? Sea como sea, es difícil que vuelva ser el pueblo radiante que añoran todos los vecinos. Aunque conozco a más de uno y más de una que lucharán porque así sea.



lunes, 12 de abril de 2010

El centro social autogestionado de la antigua Tabacalera de Lavapiés abre sus puertas para dinamizar la actividad cultural del barrio madrileño. Si tienes un proyecto artístico o quieres contribuir a dar vida a este espacio, ¡participa!
 
La antigua fábrica de Tabacos de la glorieta de Embajadores de Madrid está a la espera de convertirse en el futuro Centro Nacional de Artes Audiovisuales. Pero, hasta que empiecen las obras dentro de un año, el Ministerio de Cultura la ha cedido a varios colectivos de Lavapiés para realizar un proyecto social autogestionado. Su objetivo es dar un espacio a las inquietudes artísticas y sociales de los vecinos de Lavapiés y de otras zonas de Madrid.

El proyecto va creciendo día a día gracias a la aportación de cientos de colaboradores y colaboradoras. *Escultura, fotografía, performance, cine, danza, artivismo*… todo tiene cabida en los inmensos salones de la Tabacalera, aunque, antes de empezar a pensar en proyectos concretos, hace falta acondicionar el edificio y pensar en la distribución concreta de los espacios.
currando en La Tabacalera
Para ello, se están organizando una serie de jornadas de trabajo, como la de hoy domingo, cuando unos 90 vecinos y vecinas se acercaron al edificio para realizar tareas como limpiar los patios, habilitar el teatro, preparar la cafetería, pintar el salón dedicado a los niños, etc. Entre tanto trabajo, hubo tiempo para imaginar qué actividades tendrán lugar allí dentro de muy poco. Conciertos, proyecciones de películas, ensayos de una nueva charanga del barrio, y baile de parejas para los domingos son las ideas que más éxito han tenido hasta ahora.

Pero el espacio sigue abierto a cualquier propuesta, y los colectivos que lo coordinan animan a todos y todas a proponer ideas y acercarse a las asambleas. Se espera que de ellas puedan surgir proyectos artísticos donde las disciplinas se fundan y donde gente con diferentes intereses pueda colaborar entre sí. Así se fomentaría la comunicación entre los colectivos del barrio, muchos de los cuales ahora están dispersos.
Cuando, en el siglo XVIII, la antigua Fábrica de Tabacos de la Glorieta de Embajadores empezó a contratar a mujeres, causó una pequeña revolución, pues hasta el momento muy pocas mujeres madrileñas podían tener independencia económica. Es más, en aquellos años ni siquiera era habitual verlas en espacios públicos, por lo que, cuando acababa su jornada, muchas personas se acercaban a verlas, con asombro. “Con este proyecto, pretendemos que la Tabacalera vuelva a ser un espacio que dé autonomía a los vecinos y vecinas, ya que aquí realizarán las actividades que ellos quieran. No queremos otro museo, queremos un lugar que responda a las inquietudes reales de la gente”, afirma Jordi Claramonte, uno de los coordinadores del proyecto. Y, vista la respuesta de los vecinos y vecinas, parece que inquietudes no faltan.

Conoce un poco más sobre la Tabacalera con este vídeo: