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martes, 16 de febrero de 2010

El viernes pasado varias integrantes de la asociación cultural Mollywood dimos un taller de danza en la Casa del Barrio de Carabanchel y nos quedamos impresionadas con la experiencia. El espacio, la acogida por parte de los organizadores y, sobre todo, la respueta de la gente fue increíble. Al encuentro vinieron casi 60 personas, y todas participaron con entusiasmo en nuestra clase y se lo pasaron genial bailando con nosotras.

Gran parte del éxito del taller se debe a la Casa del Barrio. Si no conocéis este espacio, tenéis que pasaros un día por allí porque ofrecen todo tipo de actividades culturales, todas ellas gratuitas y con el objetivo de dinamizar la vida de un barrio como Carabanchel Alto, que está alejado del centro y,  por tanto, de la mayoría de cines, teatros y demás espacios con oferta cultural. El centro, que fue creado por varias asociaciones que echaban de menos tener un lugar para disfrutar de actividades culturales gratuitas, lleva poco tiempo en marcha. Pero ya tiene programadas un buen número de actividades regulares como capoeira, pilates, poesía, clases de español, taller de bicicletas, etc. Cada viernes, además, se realiza una actividad diferente, como nuestro taller de danza, proyección de películas, etc.

El espacio es muy amplio y está muy bien equipado, así que, si pertenecéis a alguna asociación o realizáis alguna actividad cultural, os recomiendo que os ofrezcáis para dar un taller allí, ya que contribuiréis a dinamizar el barrio y encontraréis gente muy participativa.

jueves, 4 de febrero de 2010


Estos días ando estudiando para los exámenes del Master en Filosofía y he aprendido unas cuantas cosas muy interesantes sobre la Teoría de la Democracia. Me ha llamado mucho la atención lo que uno de los autores que estudio, José Manuel Naredo, denomina la "mitología del trabajo y de la producción", que no es más que el concepto mitificado que en las sociedades capitalistas tenemos del trabajo. El autor hace un recorrido muy interesante por las diferentes acepciones que a lo largo de la historia el hombre le ha dado al trabajo, y sobre cómo éstas han influido en su organización social, económica, y, a nivel individual, a su foma de vida.
El estudio parte de las (aunque odie utilizar este término) "sociedades primitivas", donde no existía el concepto del trabajo. En ellas no había una distinción entre actividades productivas y el resto, ni entre actividades retribuidas o no, ya que había relaciones de redistribución y reciprocidad. En estas "sociedades", las actividades relacionadas con el aprovisionamiento y la subsistencia ocupaban un tiempo muy inferior a nuestra jornada laboral. Es por esto que Naredo llega a afirmar que estos pueblos "estaban más cerca de la abundancia que nosotros".
Más adelante apareció el fenómeno de la acumulación, cuando los jefes de bandas de caza descubrieron que cuantos más trofeos ganaran, mayor prestigio social tendrían. De esta forma surgió el desprecio hacia las tareas rutinarias, que quedaron relegadas a mujeres y esclavos.
El mismo despreció perduró en las sociedades con estado como la Grecia clásica. En ella no había una palabra equivalente a "trabajo", pero sí actividades con diferentes valoraciones sociales. Las actividades retribuidas eran mal vistas, porque mostraban el carácter dependiente de quienes las realizaban. En cambio, las actividades libres y realizadas por placer eran propias de personas dignas, y se consideraba un insulto si alguien cobraba por realizarlas.
El cristianismo también despreció el trabajo: era fruto de la maldición bíblica. Como consecuencia, aumentaron las fiestas religiosas, que llegaron a ocupar la mitad de los días del año (182) en algunos pueblos de Europa. Este porcentaje es superior al de hoy en día, cuando apenas disfrutamos de 126 días de fiesta (contando fines de semana y vacaciones).
Fue con la llegada del capitalismo cuando se recortaron las fiestas debido a una creciente veneración del trabajo. Las campanas de las iglesias comenzaron a sonar en el siglo XVI, y a ellas pronto se sumaron las sirenas de las fábricas. Los días festivos pasaron a ser una desgracia: un despilfarro de tiempo que podría dedicarse a producir. Como afirma Naredo, "se fue imponiendo el nuevo evangelio del trabajo, según el cual se podía servir a Dios trabajando, al Estado y al individuo mismo".
Este es el mito del trabajo en el que estamos inmersos hoy en día: el trabajo es venerado ya no sólo como una forma (la  única) de acumular riqueza, sino como la manera de relacionarnos socialmente y sentirnos realizados individualmente. En una sociedad donde ni el Estado, ni otras comunidades nos hacen sentir arropados, donde el individualismo y el consumo marcan nuestras vidas, el hombre se aferra al trabajo como forma de vida. Incluso nuestro tiempo libre puede llegar a ser, según Iván Illich, "trabajo sombra", pues está cargado de tareas muy poco satisfactorias como el transporte hacia el trabajo, la compra de comida, rellenar documentos burocráticos, etc. ¿Puede la actual crisis económica desterrar este nuevo evangelio? ¿Cómo será el próximo mito?



martes, 2 de febrero de 2010

Hace poco, unos amigos italianos me regalaron un libro que me ha fascinado: La scattola dei calzini perduti, de Vauro Senesi. Es una de las tantas publicaciones de este polémico ilustrador italiano, conocido por las viñetas satíricas que publica en los principales periódicos italianos, como Il Corriere de la Sera. También ha publicado para El Jueves, y ha desatado varias polémicas en medios como la RAI, que en el 2009 le destituyó por publicar una viñeta sobre el terremoto de los Abruzzos.
El libro narra el día a día de Madut, un chico sudanés de la tribu dinka que, tras huir de la guerra, llega por casualidad a Roma acompañado por un grupo de misioneros. Perdido en un entorno que desconoce, la suerte le llevará hasta una lavanderia, donde pasa los días atendiendo a los clientes y guardando, como si de un ritual se tratase, los calcetines blancos que éstos se olvidan en una cajita que esconde como si fuera un tesoro. Los calcetines son para él el instrumento que le permite andar y huir de su condición de huérfano, de africano, de inmigrante ilegal. La fantasía y los recuerdos se mezclan en su quehacer diario, donde conoce otros inmigrantes y personas marginadas por la sociedad italiana como Hussein, un divertido vendedor paquistaní; Il Capitano, un vagabundo de origen francés; o Majok, la prostituta cuyo perfume le hace temblar.
Vauro viajó a los lugares de los que habla en el libro y conoció gente de la tribu dinka, de la cual dice "tiene una alegría casi mágica". Lo que más me ha gustado de la novela es que trata el tema de la inmigración sin dramatismos, aunque, retrata, a través de las pequeñas tragedias que vive Madut, la hipocresía de los italinos y la crueldad de su ley de inmigración.